La ciudad quetzal de este Zelaya
Al pueblo de Honduras- 2009.
Los andes no se extienden
por la américa central
Es cierto
Pero por toda la cerviz
de esta tierra vinculante
proliferan los volcanes
como ecos de las cumbres de Ayacucho.
Lo más alto y lo más bajo
recorre cada hilo de estas tierras
mitad quetzal
mitad buitre
a media luz
y a media sombra
donde el oro
se hunde a veces en el barro
Sin embargo, no llueve hoy a medias
Llueve torrencialmente
y una lluvia de meteoritos de otro tiempo
recorre hombro a hombro hoy
por las calles hondureñas
como el puño paloma
de una rosa blanca
más dura que el batallón
y las ballonetas de la hacienda
más dura que el golpista
a sueldo del imperio
y de la bestia
más duro que el soldado que dispara
contra su propia madre
que es su propio pueblo
Mano a mano se construye
el tejido enladrillado de los pueblos
los caminos
los auxilios
el templo del saludo
y la flor de la sonrisa
el pan sobre la mesa
el agua del amor
y su semilla
Mano a mano hermano
se levanta un país hasta las nubes
Mano a mano
de un amor preñado
en la paciencia ardiente
A mano de mujer
y a mano de hombre joven
A manos que recorren su caricia
por la arruga hambrienta de los viejos
para levantar todos juntos
el recuerdo de un tiempo de leyenda.
Es Bolívar que despierta ahora
del río de su sueño centenario
que despierta duro hondureño aquí
y en cada flor del magdalena,
que despierta gota a gota
lo mismo en el llano que en la sierra
Y despierta agua llanera en las calzadas
Y despierta libre machetero en la montaña
Dicen que los andes no se extienden
por las tierras hondureñas.
Pero estos años evocan sin embargo
la ilusión de la cuidad dorada
a medias coca inca
y a medias cacao maya
perdida en las brújulas y en los mapas
perdida en el nido del quetzal
ese quetzal
a orillas de Tegucigalpa
Esa ciudad de luz y oro
donde las campanas cantan poesía
de la mañana al mediodía
es la cuidad quetzal
de este Zelaya
Esa cuidad de tierra nuestra
donde llueve la semilla
y el sueño de sus frutos
y la alegría abraza cuerpo a cuerpo
a un pueblo entero
un pueblo que se levanta en este
bicentenario de la libertad de América
para cantar con heroísmo bolívar
lo que es un presidente que se yergue
y llega otra vez a sotavento
y a la altura limpia y transparente
de los heroísmos más puros
a la altura fecunda y sublime
nunca en vano
de su pueblo.
En la alegría
se destila la utopía
Hay un quetzal centella
que recorre los llanos y la sierra
Un quetzal que resguarda
en vilo
en su corazón
una purísima estrella
¡Hagamos quetzal-bala con las balas
Hagamos quetzal-puño con los palos
Hagamos quetzal-sangre con la sangre
Hagamos quetzal-pueblo con el pueblo
Y una cuidad-quetzal
de este Zelaya!
Marcos Reyes Dávila
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