El cadáver de un país que no ha nacido
El gobierno estadounidense de Barack Obama ordenó vistas públicas en Puerto Rico como producto de una iniciativa suya que intenta de esta suerte cumplir las promesas de campaña que hizo en Puerto Rico mientras bailaba salsa en el Viejo San Juan. Las vistas públicas se celebran sin consulta ni participación de los líderes de origen puertorriqueño en el Congreso, y en inglés, idioma que no domina ni siquiera el presidente del Partido Popular Democrático (PPD), partido que fundó la máscara política del régimen colonial de Puerto Rico bajo el nombre inexplicable de “Estado Libre Asociado”.
Aunque en reiteradas ocasiones este partido ha aprobado programas políticos defendiendo el reclamo de nuevas dimensiones de una soberanía que, mínima en su inicio, si soberanía pudiera llamarse, década tras década se ha ido reduciendo, se anticipaba que el delegado oficial del PPD que depondría en esas vistas, que sí habla inglés, defendería la colonia tradicional en abierta rebeldía al programa de gobierno de ese partido. Me refiero al nunca electo, para nada, José Alfredo Hernández Mayoral. Él me hace pensar en lo siguiente:
(No somos colonizados
porque seamos flojos y sumisos:
somos flojos y sumisos
porque estamos colonizados desde niños.)
Cuestiono llamar soberanía al margen de acción mínima que tiene el Estado Libre Asociado, pues la supuesta constitución “autonómica” del ELA fue enmendada y aprobada por el Congreso norteamericano antes de entrar en vigor, con cortes “federales”, dominio “federal” sobre los puertos, las comunicaciones, el comercio, la participación en guerras, la inmigración, las relaciones internacionales, y todo aspecto vital del gobierno. Los líderes del PPD dicen sin vergüenza alguna que “delegaron” esos poderes que nunca fueron suyos o nuestros. El nuevo liderato del partido, dice a expensas de un sector “soberanista” cada vez mayor, que no quiere la soberanía, que desea –palabras del ex gobernador Rafael Hernández Colón– que el Congreso norteamericano retenga la soberanía sobre Puerto Rico. Además, como suelo explicar, dentro de un campo militar de concentración, en tiempos de guerra, como ocurre en muchas prisiones, se organizan los presos que carecen por completo de libertad.
Escuché por radio hace unos días al profesor Ángel Rosa, decir que la verdadera soberanía está en Wall Street. Por supuesto que Rosa no hablaba en serio. Quería decir sencillamente que, en el mundo, los poderosos de la tierra –aquellos que controlan el mundo financiero, industrial y comercial– tienen el poder, lo que es una perogrullada no tan evidente para demasiadas personas. La soberanía es, como muy bien lo señalaba Eugenio María de Hostos entre 1898 y el 1900, un derecho de los pueblos, que no existe si no se ejerce, por más que se proclame. Por eso, insistió, Puerto Rico “ha sido robado de lo suyo” por el gobierno de Estados Unidos, en abierta contradicción con su constitución y sus principios de gobierno. A esa acción del gobierno norteamericano la llamó, reiteradamente, “imperialismo”, tal como la denominaba entonces el propio Partido Demócrata norteamericano y su célebre escritor Mark Twain en la Liga Antiimperialista. Imperialismo sigue siendo con Barack Obama, Premio Nóbel de la Paz, para vergüenza de los suecos.
Siguiendo a Hostos, y asumiendo el trabalenguas de la Corte Suprema norteamericana que dispone que Puerto Rico es, y no es, parte de Estados Unidos, o a toda esa legislación y política pública que a veces trata a Puerto Rico como parte de Estados Unidos y a veces como país extranjero, lo indudable es que Puerto Rico no es parte integrante de la federación de estados, ni participa en la toma de decisiones. Para esas autoridades norteamericanas Puerto Rico es un “territorio”, “no incorporado”, de Estados Unidos: una posesión norteamericana. (Tal parece que tierra, animales e insectos: Puerto Rico no son personas, no constituimos una comunidad, no somos un pueblo. PUERTO RICO ENTERO, LA NACIÓN COMPLETA, DEBERÍA AÑADIRSE A LA LISTA DE LOS DESAPARECIDOS EN LA PLAZA MAYO, Y EN CADA CAPITAL DE LA AMÉRICA NUESTRA, HASTA ENCONTRARLO EN LA LISTA DE PAÍSES LIBRES DE AMÉRICA.) Por lo tanto, las supuestas “autoridades federales” no lo son en Puerto Rico. Son, y lo han sido siempre, “autoridades coloniales”.
Empecemos a descolonizarnos corrigiendo los equívocos de nuestro lenguaje político. A fin de cuentas, Puerto Rico no tiene un “problema de status”: tiene un problema colonial que le impide autodeterminarse. La solución del problema del estatus, en Puerto Rico es muy simple, como lo expresó Hostos hace 110 años: déjennos decidir, permítasenos actuar sin FBI, represión ni cárcel colonial. Eso nada más. La soberanía es el derecho de decidir por nosotros mismos.
Estamos celebrando en Nuestra América el bicentenario de la proclamación de libertad. Ya es tiempo, países de la América Nuestra, de que Puerto Rico dejé de ser “el cadáver de un país que no ha nacido”. La agenda de Bolívar, y de Ayacucho –como se lo recordó Hostos hace casi 140 años a los países hermanos– no ha concluido.
Firma:
Marcos Reyes Dávila,
Un Desaparecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario