La estrategia de los docentes
en la huelga universitaria
Las protestas de los estudiantes universitarios de abril de 2010 quizás le deban mucha de la novedad y la pericia a las protestas del pasado semestre, en las que pudimos observar ya iniciativas de importancia. Desde luego, los discursos y las estrategias se acercan más a las propuestas de los poderes civiles convocadas por Hostos prematuramente en el 1898, y que sólo despertaron en Puerto Rico con motivo de la lucha contra la Marina de Guerra y por Vieques. Aunque la lucha contra la Marina tuvo sus raíces en el albizuismo de los años treinta, y durante medio siglo estuvo ceñida a la nueva lucha por la independencia de Puerto Rico, no fue sino hasta fines de siglo que, en un nuevo contexto descargado de toda la ideología construida por décadas, logró despertar la marea de fuerzas necesaria para triunfar. Quizás los novedosos acontecimientos que se registran hoy en Puerto Rico logren concretarse en una nueva marea que impulse cambios significativos por caminos y con ideas no anticipadas.
La juventud del siglo XXI no se ha caracterizado precisamente por una aguda y militante visión política. Antes que eso, cierta dejadez e indiferencia sugería una propensión a la marginalidad y al individualismo. No obstante, es indudable cuán poderosamente hemos sido embestidos por la mediocridad gubernamental, la corrupción incesante, el desgaste ácido de los instrumentos políticos y la reducción palpable de la calidad y el nivel de vida de la inmensa mayoría de la población.
Los sindicatos no tuvieron más remedio que salir a la calle ante el tsunami desgarrador de decenas de miles de despidos y el desmantelamiento del cuadro jurídico del mundo laboral. Sin embargo, dejaron desinflar el moméntum en que el pueblo demandaba militancia y acción reivindicadoras. La anunciada huelga general se marchitó quizás por cobardía o flojera, quizás por la incapacidad de los líderes para la acción concertada y solidaria, quizás por privilegiar las rencillas y disputas personales y los intereses particulares de algunos sobre los reclamos del pueblo. Sorprende que sean los estudiantes los que estén creando esta vez en Puerto Rico la efervescencia necesaria que nos permita contemplar la posibilidad de eventos de grandes magnitudes.
No es la primera vez en la historia. Recordemos el 68 de París. Recordemos las huelgas universitarias de los setenta y de los ochenta. Esta vez, sin embargo, las nuevas formas de lucha están colocando los factores de forma no convenida. No obstante, las fuerzas están moviéndose, poderosamente. Y la respuesta del pueblo es totalmente inédita, rayando en la sorpresa.
La HEEND presentará en estos días un nuevo pliego de demandas que complica la situación planteada por los reclamos estudiantiles. Los profesores, en la retaguardia, aún desunidos por rencillas y ceguera, intentan formular reclamos propios en medio del caos. En algunos recintos, las organizaciones docentes han anunciado paros propios.
Los estudiantes ya identificaron la verdadera fuente de poder en la universidad. Intentaron plantearle sus reclamos a la rectora de Río Piedras sólo para comprobar que ésta no podía hacer nada. Intentaron plantearle los reclamos al presidente, sólo para comprobar que él dependía totalmente de la Junta de Síndicos. Y la Junta de Síndicos, ¿no dependerá de Rodríguez Emma y de Fortuño?
El proceso de desenmascaramiento de los estudiantes tomó sólo unos pocos días. Curiosamente las organizaciones docentes llevan décadas perdidos en el desierto de sus reflexiones y debates. Hay organizaciones particulares en cada recinto. La evidencia los ha llevado a confederarse. Unos con la APPU de Río Piedras, otros con la CONAPU. Pero en este momento, a la hora de decretar paros, huelgas y formular demandas, ¿con quién se pulsea y quiénes pulsean?
Los rectores del sistema, como comprobaron los estudiantes, no tienen poder real. Tampoco lo tiene el presidente. A la hora de los tomates, las demandas de envergadura no regional tendrán que ser discutidas con la Junta de Síndicos. Y la Junta de Síndicos no litigará de manera independiente con las unidades. Buscará establecer una política uniforme. De manera que si la presente situación obligara a la Junta de Síndicos a negociar peticiones con los docentes, lo hará con los representantes de Río Piedras y sus asociados de la APPU que representan a más de la mitad del sistema. Las demás unidades quedarán mirando desde fuera la pelea.
No importa la razón o sinrazón de esta desavenencia entre los docentes. La razón estipula la necesidad de aglutinar una fuerza coherente y conjunta para optar por la posibilidad de reclamos triunfantes. Una huelga es una acción arriesgada que demanda claridad de juicio tanto cómo un aprecio justo y realista de la fuerza que razonablemente se puede aplicar. No se lanza uno a batallas que no pueda ganar. Hay mucho que perder, si bien es cierto que, hay también mucho que ganar.
Las protestas de los estudiantes universitarios de abril de 2010 quizás le deban mucha de la novedad y la pericia a las protestas del pasado semestre, en las que pudimos observar ya iniciativas de importancia. Desde luego, los discursos y las estrategias se acercan más a las propuestas de los poderes civiles convocadas por Hostos prematuramente en el 1898, y que sólo despertaron en Puerto Rico con motivo de la lucha contra la Marina de Guerra y por Vieques. Aunque la lucha contra la Marina tuvo sus raíces en el albizuismo de los años treinta, y durante medio siglo estuvo ceñida a la nueva lucha por la independencia de Puerto Rico, no fue sino hasta fines de siglo que, en un nuevo contexto descargado de toda la ideología construida por décadas, logró despertar la marea de fuerzas necesaria para triunfar. Quizás los novedosos acontecimientos que se registran hoy en Puerto Rico logren concretarse en una nueva marea que impulse cambios significativos por caminos y con ideas no anticipadas.
La juventud del siglo XXI no se ha caracterizado precisamente por una aguda y militante visión política. Antes que eso, cierta dejadez e indiferencia sugería una propensión a la marginalidad y al individualismo. No obstante, es indudable cuán poderosamente hemos sido embestidos por la mediocridad gubernamental, la corrupción incesante, el desgaste ácido de los instrumentos políticos y la reducción palpable de la calidad y el nivel de vida de la inmensa mayoría de la población.
Los sindicatos no tuvieron más remedio que salir a la calle ante el tsunami desgarrador de decenas de miles de despidos y el desmantelamiento del cuadro jurídico del mundo laboral. Sin embargo, dejaron desinflar el moméntum en que el pueblo demandaba militancia y acción reivindicadoras. La anunciada huelga general se marchitó quizás por cobardía o flojera, quizás por la incapacidad de los líderes para la acción concertada y solidaria, quizás por privilegiar las rencillas y disputas personales y los intereses particulares de algunos sobre los reclamos del pueblo. Sorprende que sean los estudiantes los que estén creando esta vez en Puerto Rico la efervescencia necesaria que nos permita contemplar la posibilidad de eventos de grandes magnitudes.
No es la primera vez en la historia. Recordemos el 68 de París. Recordemos las huelgas universitarias de los setenta y de los ochenta. Esta vez, sin embargo, las nuevas formas de lucha están colocando los factores de forma no convenida. No obstante, las fuerzas están moviéndose, poderosamente. Y la respuesta del pueblo es totalmente inédita, rayando en la sorpresa.
La HEEND presentará en estos días un nuevo pliego de demandas que complica la situación planteada por los reclamos estudiantiles. Los profesores, en la retaguardia, aún desunidos por rencillas y ceguera, intentan formular reclamos propios en medio del caos. En algunos recintos, las organizaciones docentes han anunciado paros propios.
Los estudiantes ya identificaron la verdadera fuente de poder en la universidad. Intentaron plantearle sus reclamos a la rectora de Río Piedras sólo para comprobar que ésta no podía hacer nada. Intentaron plantearle los reclamos al presidente, sólo para comprobar que él dependía totalmente de la Junta de Síndicos. Y la Junta de Síndicos, ¿no dependerá de Rodríguez Emma y de Fortuño?
El proceso de desenmascaramiento de los estudiantes tomó sólo unos pocos días. Curiosamente las organizaciones docentes llevan décadas perdidos en el desierto de sus reflexiones y debates. Hay organizaciones particulares en cada recinto. La evidencia los ha llevado a confederarse. Unos con la APPU de Río Piedras, otros con la CONAPU. Pero en este momento, a la hora de decretar paros, huelgas y formular demandas, ¿con quién se pulsea y quiénes pulsean?
Los rectores del sistema, como comprobaron los estudiantes, no tienen poder real. Tampoco lo tiene el presidente. A la hora de los tomates, las demandas de envergadura no regional tendrán que ser discutidas con la Junta de Síndicos. Y la Junta de Síndicos no litigará de manera independiente con las unidades. Buscará establecer una política uniforme. De manera que si la presente situación obligara a la Junta de Síndicos a negociar peticiones con los docentes, lo hará con los representantes de Río Piedras y sus asociados de la APPU que representan a más de la mitad del sistema. Las demás unidades quedarán mirando desde fuera la pelea.
No importa la razón o sinrazón de esta desavenencia entre los docentes. La razón estipula la necesidad de aglutinar una fuerza coherente y conjunta para optar por la posibilidad de reclamos triunfantes. Una huelga es una acción arriesgada que demanda claridad de juicio tanto cómo un aprecio justo y realista de la fuerza que razonablemente se puede aplicar. No se lanza uno a batallas que no pueda ganar. Hay mucho que perder, si bien es cierto que, hay también mucho que ganar.
Marcos Reyes Dávila
UPR-Humacao