De la "horrible nube de alcatraces"
A un espléndido poeta dominicano contemporáneo no le gustó la imagen que empleé en mi poema Regresaré en el viento que dice:
Regresaré en el viento
sobre una nube de alcatraces...
Me dice el poeta amigo en su breve comentario:
"Perdóname, ¿eso es tuyo? qué horrible imagen "una nube de alcatraces"; amén de los lugares comunes. Espero que eso no sea tuyo, porque, en ese caso, debes seguir sacando tu revista que es muy buena."
Y lo cierra con un "abrazo".
Le respondí una perogrullada: Hay opiniones y opiniones, ¿no es así?, maestro. Y añadí la siguiente explicación:
La poesía cumple distintas funciones. Es un acto de comunicación, entre otras cosas, y en cuanto acto de comunicación seleccionamos las maneras según el destinatario. En ese poema dije lo que quería decir para unos oídos concretos. Me dirás que por qué lo publico si era para alguien concreto. Pues porque muchos otros lo estimarán también, como siempre ocurre. Muchos o pocos, no importa para mí. Yo no busco ni un nóbel ni un cervantes. Nada más, decir lo que decir quiero.
Con los lugares comunes, por otra parte, ocurre que suelen ser muy comunicativos porque con ellos se reduce el ruido semántico. Es cierto que no es fácil hallar creatividad ni sorpresa en el lugar común, mas, si se usan con tino, pueden dar lugar a obras maestras. ¿Cuántos grandes maestros de la poesía no utilizaron la sencillez --o la simpleza, si lo prefieres-- del lugar común en obras imperecederas! Desde Machado, Neruda, Benedetti, la lista no se agota fácilmente.
Con los lugares comunes, por otra parte, ocurre que suelen ser muy comunicativos porque con ellos se reduce el ruido semántico. Es cierto que no es fácil hallar creatividad ni sorpresa en el lugar común, mas, si se usan con tino, pueden dar lugar a obras maestras. ¿Cuántos grandes maestros de la poesía no utilizaron la sencillez --o la simpleza, si lo prefieres-- del lugar común en obras imperecederas! Desde Machado, Neruda, Benedetti, la lista no se agota fácilmente.
Además, yo adoro, me encantan, los alcatraces por muchas razones. Entre ellas, porque abundaban en la bahía de San Juan y en otras partes de la isla en mi infancia.
Añadí, finalmente, algunos comentarios elogiosos que recibí de otras personas, algunos de ellos poetas.
Hasta aquí, más o menos, mi respuesta al poeta dominicano.
No sé si el amigo sabe que hay muchas especies de alcatraces-pelícanos. Yo busqué alternativas antes de colocar triunfante la palabra en el poema, como petreles, garzas, gaviotas y albatros. Opté, con conciencia y con intención, por los alcatraces.
Hallo en internet esta página sobre otras especies de alcatraces atlánticos. Bellísimos, sin duda, pero como dijo Martí al hablar del vino de plátano, con tal que sea nuestro, yo me quedo con los míos.
Los alcatraces atlánticos
Pasada la zona de las gaviotas, llegamos a una pequeña explanada, de donde no podremos pasar. Y aquí, el espectáculo es magnífico. Mires a donde mires, todo el oscuro y terroso terreno está cubierto de manchas blancas.
Son los Alcatraces atlánticos Sula bassana. Una de las mayores colonias de cría de esta especie. Aquí se concentran innumerables parejas, cuyo único territorio es el alcance de sus picos. A veces esta cercanía lleva a tremendos combates, donde los contendientes se aferran de ambos picos. Y seguro que se aprietan, a juzgar por lo que les cuesta soltarse, a base de tirones y escaramuzas. El cielo está plagado de aves que salen, entran, o intentan un aterrizaje sobre algún mínimo espacio libre, pero que no se libraran de un abucheo de las aves cercanas.
No se puede pasar de aquí, porque hasta el camino esta lleno de aves anidando. Si lo intentásemos, además de molestarles o de hacer peligrar sus nidadas, no nos libraríamos de unos tremendos picotazos. Tres horas sobre la isla dan para sacar muchas fotos. Muchas. Pero no te cansas de sacarlas.
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