Universidad "lego"
vs universidad universitaria:
GALILEO
Los que tienen la esperanza de lograr una democratización y mayor
autonomía en la UPR deben haber recibido un baño de agua fría con las iniciativas legislativas sobre el voto secreto y el aumento en la Junta de Síndicos. Ambas medidas son nuevas agresiones contra ambos propósitos que pretenden dictarle a la universidad cuál debe ser su "rumbo", como dice el gobernador y los legisladores, y cómo tomar decisiones.
Inútiles, fútiles en todo sentido, iniciativas del mismo estilo sangrón aplicado al conflicto huelgario, concebidas por personas AJENAS a la universidad, que no la conocen ni la comprenden ni parecen tener capacidad para ello.
¿Qué diferencia podrá hacer en la vida universitaria una mayoría más mayor --frase compuesta con la intención de que ellos me entiendan-- en la Junta de Síndicos?
¿Qué diferencia podrá hacer esa imposición del "voto secreto" que tanto se parece a la ley HIPA que nuestra gente tanto respeta en los vestíbulos de los médicos?
La autonomía universitaria no es un capricho. Es una necesidad que responde a la naturaleza sui generis de la universidad, como lo es la libertad de cátedra. Si se contrata y se coloca en el salón de clases un catedrático a la vieja usanza, esto es, el especialista más reconocido en su materia, la autoridad que
autoriza, ¿quién puede decirle al que sabe más qué decir, qué enseñar?
¿Quién limita o censura al que trae una investigación y al que crea? ¿Cómo se le dicta y ordena al que más sabe? ¿Cómo se gobierna al más sabio? Quien pretende engañar al que conoce más, ¿cuán inteligente será? ¿Contratará usted un Premio Nóbel, un Einstein, para obligarlo a enseñar un catecismo de física escrito por un legislador? ¿Pondrá usted a Charles Darwin a dar un curso de la teoría de la creación según el Génesis? Obligará usted a Gabriel García Márquez a enseñar un curso sobre la n ovela latinoamericana con un prontuario de José Ramón de la Torre?
La mediocridad gubernamental es de tal naturaleza que es incapaz de comprender un universo compuesto por catedráticos.
No se le dictan órdenes a la verdad. Hacer eso equivale a estrangular la verdad. La verdad dicta órdenes, siempre, en el reino de la libertad.
No se impone la fuerza política-partidista en la administración de una universidad sin que esa fuerza se convierta en fascismo, intolerancia, puño de ciego. No se administra una universidad desde los palacios del gobierno sin desnaturalizarla y destruirla. Sin regresar al mismo oscurantismo que quiso imponerse sobre Galileo. Ése que se impuso sobre el hombre, pero no contra su verdad, que es querer tapar el sol con un puño de hierro. ¿Pretenderá el gobierno retroceder a los tiempos de Galileo para obligarlo a decir que la luna no se mueve?
Podrán esas nuevas leyes ordenarle a los jefes de esas oficinas de la Fortaleza que se conocen como Junta de Síndicos y como Oficina del Presidente de la UPR, y juegan con la mentira.
Mas, ¿podrán ordenarles a los estudiantes y a los docentes cómo hacer sus cosas?
Yo creo que no.
Dejémoslos jugar con sus casitas de juguete, su universidad de plástico, su
universidad de piezas lego*, y dediquémonos los universitarios, a espaldas de ellos, a construir una universidad verdaderamente universitaria.
¿Galileo?: ¡Galileí!
____________
lego: falto de letras o noticias; juego de piezas de niños.
Marcos
Reyes
Dávila