TeleSur
para Premio Nóbel de la Paz
Ecuador con la correa al cuello
Ecuador con la correa al cuello
El pasado 30 de septiembre fuimos testigos en todo el mundo del intento de hacer un golpe de estado en Ecuador. El mundo pudo observar, gracias nuevamente a TelesSur, cómo la policía agredía con gases lacrimógenos al presidente Rafael Correa, quien tuvo el valor y la decencia de ir personalmente hasta el cuartel de los policías de Quito a discutir con ellos, cara a cara, los beneficios y la ausencia de beneficios que implicaba para ellos la nueva legislación que los concierne. En lugar de agradecer la atención distinguida, la policía gritó y agredió al presidente, obligándolo a refugiarse en un hospital cercano donde fue sitiado, secuestrado y tiroteado.
Durante horas, todas las horas del día, hasta la noche, Correa permaneció secuestrado mientras la policía atacaba al pueblo que debía proteger. Al ser rescatado por el ejército, su vehículo recibió numerosos disparos de armas largas. Mientras, quedaron grabados los gritos por radio de policías que exigían que se diera muerte al presidente.
Vimos, además, la agresión de la turba a la estación de televisión. Y mientras se oían las declaraciones del ex presidente Lucio Gutiérrez, se veía en cámara a su abogado irrumpir por la fuerza, rompiendo puertas, en la estación de televisión del estado. La policía cerraba además el acceso a la Asamblea Legislativa, y miembros de la Fuerza Aérea cerraban el aeropuerto de Quito.
Qué hubo orquestación, la hubo. Que esa orquestación estuviera previamente concertada, no lo sabemos. Pero resulta insólito oír a la oposición negar la intentona de golpe de estado cuando el planeta entero ha visto por televisión la agresión al presidente y ha escuchado los disparos y visto policías muertos en la defensa de su presidente.
En el mundo Latinoamericano, todo golpe de estado se realiza contra gobiernos nacionalistas de izquierda que, erguidos ante el imperio norteamericano, se independizan de éste. De manera que es perentoria la vinculación de los golpes y las intentonas con las embajadas norteamericanas. Correa ha revelado que en nuestros países, acosados por innumerables golpes de estado, la inteligencia, curiosamente, ha estado en manos de la embajada de Estados Unidos en cada país.
No hay peligro más grande para la democracia ecuatoriana que la impunidad de sus agresores. Que se busquen y castiguen a todos los implicados.
TeleSur debería recibir un Premio Nóbel de la Paz.
Durante horas, todas las horas del día, hasta la noche, Correa permaneció secuestrado mientras la policía atacaba al pueblo que debía proteger. Al ser rescatado por el ejército, su vehículo recibió numerosos disparos de armas largas. Mientras, quedaron grabados los gritos por radio de policías que exigían que se diera muerte al presidente.
Vimos, además, la agresión de la turba a la estación de televisión. Y mientras se oían las declaraciones del ex presidente Lucio Gutiérrez, se veía en cámara a su abogado irrumpir por la fuerza, rompiendo puertas, en la estación de televisión del estado. La policía cerraba además el acceso a la Asamblea Legislativa, y miembros de la Fuerza Aérea cerraban el aeropuerto de Quito.
Qué hubo orquestación, la hubo. Que esa orquestación estuviera previamente concertada, no lo sabemos. Pero resulta insólito oír a la oposición negar la intentona de golpe de estado cuando el planeta entero ha visto por televisión la agresión al presidente y ha escuchado los disparos y visto policías muertos en la defensa de su presidente.
En el mundo Latinoamericano, todo golpe de estado se realiza contra gobiernos nacionalistas de izquierda que, erguidos ante el imperio norteamericano, se independizan de éste. De manera que es perentoria la vinculación de los golpes y las intentonas con las embajadas norteamericanas. Correa ha revelado que en nuestros países, acosados por innumerables golpes de estado, la inteligencia, curiosamente, ha estado en manos de la embajada de Estados Unidos en cada país.
No hay peligro más grande para la democracia ecuatoriana que la impunidad de sus agresores. Que se busquen y castiguen a todos los implicados.
TeleSur debería recibir un Premio Nóbel de la Paz.
Marcos
Reyes
Dávila
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