El CAUCUS del Supremo
En la novela de Isabel Allende, De amor y de sombra, novela que pretende denunciar la criminal junta militar que derrotó la democracia y la justicia chilenas tras el golpe de estado contra el presidente Allende de 1973, el punto culminante se refiere a la corrupción del tribunal supremo de Chile. Un tribunal que se puso de rodillas ante los militares y se negó a defender el estado de derecho y los derechos civiles de los chilenos.
En Puerto Rico tenemos un eco claro de la situación novelada en Chile. La nueva campaña del gobierno para garantizar el control del Tribunal Supremo por mucho tiempo, consiste en aumentar innecesariamente el número de jueces.
Ese gobierno tiene ya el control del tribunal, pues tuvo la oportunidad de nombrar tres jueces que le dieron mayoría partidaria al constituir un vergonzoso “caucus” en el tribunal. Se ríe uno hoy de aquella apelación dramática del ex gobernador Hernández Colón, cuando se opuso al nombramiento de un juez hecho por la gobernadora Sila M. Calderón alegando que ese juez no tenía capacidad judicial para reflexionar de “tú a tú” con los demás jueces. Los nuevos jueces del gobierno, apenas saben jugar monopolio.
El país entero sabe que el gobierno está nombrando jueces tomados de la lista de chearleaders del partido. Y esos jueces, sin vergüenza alguna se comportan como tales miembros del caucus, dirigidos como peones lamidos por el poder político desde la Legislatura.
Cualquiera sabe también que lo único que inspira confianza y valida las decisiones judiciales es la independiencia y la imparcialidad. Sin ellas, la confianza pública en la ley y los tribunales se pudre, pues quedamos a merced del fascismo.
En Puerto Rico, irónicamente, el verdadero Tribunal Supremo está en Wáshington. No obstante, nos entretenía y consolaba saber que en San Juan había uno de un grado menor. Ya no lo hay.
El juego político en Puerto Rico ya no puede ser arbitrado ni depender de las decisiones judiciales. Olvídense todos de las decisiones judiciales, que sólo existen ahora las decisiones del caucus. La selva del fascismo está sobre nosotros.
En Puerto Rico tenemos un eco claro de la situación novelada en Chile. La nueva campaña del gobierno para garantizar el control del Tribunal Supremo por mucho tiempo, consiste en aumentar innecesariamente el número de jueces.
Ese gobierno tiene ya el control del tribunal, pues tuvo la oportunidad de nombrar tres jueces que le dieron mayoría partidaria al constituir un vergonzoso “caucus” en el tribunal. Se ríe uno hoy de aquella apelación dramática del ex gobernador Hernández Colón, cuando se opuso al nombramiento de un juez hecho por la gobernadora Sila M. Calderón alegando que ese juez no tenía capacidad judicial para reflexionar de “tú a tú” con los demás jueces. Los nuevos jueces del gobierno, apenas saben jugar monopolio.
El país entero sabe que el gobierno está nombrando jueces tomados de la lista de chearleaders del partido. Y esos jueces, sin vergüenza alguna se comportan como tales miembros del caucus, dirigidos como peones lamidos por el poder político desde la Legislatura.
Cualquiera sabe también que lo único que inspira confianza y valida las decisiones judiciales es la independiencia y la imparcialidad. Sin ellas, la confianza pública en la ley y los tribunales se pudre, pues quedamos a merced del fascismo.
En Puerto Rico, irónicamente, el verdadero Tribunal Supremo está en Wáshington. No obstante, nos entretenía y consolaba saber que en San Juan había uno de un grado menor. Ya no lo hay.
El juego político en Puerto Rico ya no puede ser arbitrado ni depender de las decisiones judiciales. Olvídense todos de las decisiones judiciales, que sólo existen ahora las decisiones del caucus. La selva del fascismo está sobre nosotros.
Marcos
Reyes
Dávila
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