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Poetas proclaman estudiantes
el poema mayor de la nación
con una ovación
Mientras fuera del Colegio de Abogados de Puerto Rico se reunía un grupo de estudiantes que procuraba ayuda legal para los arrestados por desobediencia civil en la tarde de ayer, jueves 27 de enero de 2011, en un salón de actos del segundo piso se reunía una gran cantidad de poetas puertorriqueños con ocasión de la presentación del libro publicado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela titulado “Poesía de Puerto Rico: Cinco décadas (1950-2000).
En el salón atestado de público, exhorté a eludir por un momento el tribalista ñam-ñam palesiano que nos caracteriza para rendir un homenaje de solidaridad a los estudiantes que luchan heroicamente, a solo unos pasos de distancia, por una universidad pública y autónoma, por la libertad de expresión, por la libertad ciudadana, por barrer la práctica fascista en el uso del poder público contra miles de ciudadanos.
Ellos constituyen, dije, el más hermoso poema puertorriqueño del siglo XXI. Acto seguido, los poetas de Puerto Rico, de cinco generaciones le rindieron una ovación a nuestra juventud. La sangre, el sudor, el esfuerzo, la tenacidad, la voluntad, la abnegación, la bravura, el valor y sacrificio, en suma, de los estudiantes conmovían una vez más a los poetas mayores del país.
Otra ovación se le ofreció, a petición de Julio César Pol –poeta de la generación más joven– al artífice incansable de esta magna obra, el Capitán de la generación del sesenta, el portavoz perpetuo del grupo Guajana, Vicente Rodríguez Nietzsche, ausente por motivos de salud. Nietzsche, desde el refugio de una cama en la Unidad de Intensivo, le pidió a sus amigos y colaboradores la presentación de un libro que le costó hacer realidad un enorme esfuerzo. La presentación se realizó, además, en saludo al Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico que habrá de realizar en marzo una nueva edición.
Grandiosa resultó la actividad por el numeroso público presente, y la atmósfera de solidaridad, camaradería y poesía que prevaleció inmaculada hasta el final.
con una ovación
Mientras fuera del Colegio de Abogados de Puerto Rico se reunía un grupo de estudiantes que procuraba ayuda legal para los arrestados por desobediencia civil en la tarde de ayer, jueves 27 de enero de 2011, en un salón de actos del segundo piso se reunía una gran cantidad de poetas puertorriqueños con ocasión de la presentación del libro publicado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de Venezuela titulado “Poesía de Puerto Rico: Cinco décadas (1950-2000).
En el salón atestado de público, exhorté a eludir por un momento el tribalista ñam-ñam palesiano que nos caracteriza para rendir un homenaje de solidaridad a los estudiantes que luchan heroicamente, a solo unos pasos de distancia, por una universidad pública y autónoma, por la libertad de expresión, por la libertad ciudadana, por barrer la práctica fascista en el uso del poder público contra miles de ciudadanos.
Ellos constituyen, dije, el más hermoso poema puertorriqueño del siglo XXI. Acto seguido, los poetas de Puerto Rico, de cinco generaciones le rindieron una ovación a nuestra juventud. La sangre, el sudor, el esfuerzo, la tenacidad, la voluntad, la abnegación, la bravura, el valor y sacrificio, en suma, de los estudiantes conmovían una vez más a los poetas mayores del país.
Otra ovación se le ofreció, a petición de Julio César Pol –poeta de la generación más joven– al artífice incansable de esta magna obra, el Capitán de la generación del sesenta, el portavoz perpetuo del grupo Guajana, Vicente Rodríguez Nietzsche, ausente por motivos de salud. Nietzsche, desde el refugio de una cama en la Unidad de Intensivo, le pidió a sus amigos y colaboradores la presentación de un libro que le costó hacer realidad un enorme esfuerzo. La presentación se realizó, además, en saludo al Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico que habrá de realizar en marzo una nueva edición.
Grandiosa resultó la actividad por el numeroso público presente, y la atmósfera de solidaridad, camaradería y poesía que prevaleció inmaculada hasta el final.
Marcos
Reyes
Dávila
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