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Una monja nos recuerda a
Una monja nos recuerda a
Martí
y el derecho de insurrección
y el derecho de insurrección
contra la dictadura
“Mi honda es la de David”. Martí.
En el natalicio de Martí, bueno es recordar su entereza y su lección de honradez.
Ayer, mientras la dictadura de Fortuño desataba nuevamente su guerra contra los estudiantes y la policía los perseguía a todo lo largo de Puerta de Tierra, pasó frente a un colegio católico y un hogar administrado por monjas en el momento en que salían. Los niños se echaron a llorar, aterrados, y una monja, aterrada también, salió no obstante a la calle a enfrentar a la policía en defensa de sus niños, exactamente lo que no ha podido hacer, ni una sola vez nadie en la administración universitaria.
Hoy fue entrevistada la monja por un periodista televisivo y dijo que ayer pensó hallarse en medio de la guerra desatada por una dictadura contra el pueblo, exactamente lo que ocurría.
Una monja nos da la razón: Puerto Rico vive una dictadura. Ello significa que el gobierno se ha descarrilado fuera del margen de la ley y, actuando de manera criminal, asesina toda pretensión de libertad y de democracia. El gobierno, es decir, la dictadura, lo manejan Fortuño y Rodríguez Pujadas con sus actuaciones criminales. El Secretario de Justicia y la Comisión de Derechos Civiles, cometen crímenes por omisión y faltas inexcusables a sus deberes ministeriales.
El gobierno de Puerto Rico comete crímenes contra el pueblo de Puerto Rico. La insurrección es un acto legítimo y moral cuando se realiza contra una dictadura y reclama contra injusticias. Martí se lo enseñó a los niños en su revista La edad de oro al explicarles la grandeza de los héroes: Bolívar, San Martín, Hidalgo. Y otro tanto hizo él mismo cuando reinició en el 1895 la guerra "necesaria y justa" para liberar a Cuba.
Hoy los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico pelean solos una guerra que no les pertenece, pues no es sólo de ellos. No son ellos los únicos que sufren en este país toda la política de opresión, de desmantelamiento, de destrucción, de empobrecimiento. Ni son solamente los estudiantes los que sufren las mordidas económicas de las medidas de Fortuño, pues todo ello es parte de la misma política neoliberal y la Ley 7 que destruyó convenios, permanencias de empleo y lanzó al desempleo a decenas de miles.
Pero son nuestros muchachos los que dan la cara, mientras los adultos los vemos día tras día, desde abril del año pasado, sacrificados como Isaac a manos de Abraham, en el margen seguro de la acera, o desde el palco de un nuevo Coliseo Romano.
Que nuestra consigna sea hoy la de Martí:
Ayer, mientras la dictadura de Fortuño desataba nuevamente su guerra contra los estudiantes y la policía los perseguía a todo lo largo de Puerta de Tierra, pasó frente a un colegio católico y un hogar administrado por monjas en el momento en que salían. Los niños se echaron a llorar, aterrados, y una monja, aterrada también, salió no obstante a la calle a enfrentar a la policía en defensa de sus niños, exactamente lo que no ha podido hacer, ni una sola vez nadie en la administración universitaria.
Hoy fue entrevistada la monja por un periodista televisivo y dijo que ayer pensó hallarse en medio de la guerra desatada por una dictadura contra el pueblo, exactamente lo que ocurría.
Una monja nos da la razón: Puerto Rico vive una dictadura. Ello significa que el gobierno se ha descarrilado fuera del margen de la ley y, actuando de manera criminal, asesina toda pretensión de libertad y de democracia. El gobierno, es decir, la dictadura, lo manejan Fortuño y Rodríguez Pujadas con sus actuaciones criminales. El Secretario de Justicia y la Comisión de Derechos Civiles, cometen crímenes por omisión y faltas inexcusables a sus deberes ministeriales.
El gobierno de Puerto Rico comete crímenes contra el pueblo de Puerto Rico. La insurrección es un acto legítimo y moral cuando se realiza contra una dictadura y reclama contra injusticias. Martí se lo enseñó a los niños en su revista La edad de oro al explicarles la grandeza de los héroes: Bolívar, San Martín, Hidalgo. Y otro tanto hizo él mismo cuando reinició en el 1895 la guerra "necesaria y justa" para liberar a Cuba.
Hoy los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico pelean solos una guerra que no les pertenece, pues no es sólo de ellos. No son ellos los únicos que sufren en este país toda la política de opresión, de desmantelamiento, de destrucción, de empobrecimiento. Ni son solamente los estudiantes los que sufren las mordidas económicas de las medidas de Fortuño, pues todo ello es parte de la misma política neoliberal y la Ley 7 que destruyó convenios, permanencias de empleo y lanzó al desempleo a decenas de miles.
Pero son nuestros muchachos los que dan la cara, mientras los adultos los vemos día tras día, desde abril del año pasado, sacrificados como Isaac a manos de Abraham, en el margen seguro de la acera, o desde el palco de un nuevo Coliseo Romano.
Que nuestra consigna sea hoy la de Martí:
“Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas: y mi honda es la de David”.
Marcos
Reyes
Dávila
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