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1. La Lluviada
El agua no te deshace.
Ya sea lluviada
reposada de espejos
o desbandada en río
tu canto
–hondo a veces
puro jolgorio otras–
te reforma siempre
Y gota a gota
te engranas
te ahojas
te floreces
te empupilas
y levantas
En el agua te encuentras
como peces
como flor de loto
como arrozales
A pinceladas de lágrima
te hace la visión nublada
lamida de cascadas
o cría de las rías
asistida de acequias
y sorbos de albariño
A uña de uvas verdes te cincelas
Hablas con tu fondo
interminablemente
con la piedra lamida
de tu beso infinito
Tu esqueleto de agua
te reforma sin pausa
sin saber a dónde te remontas
ni de qué remotos llegas
No. El agua no te deshace.
Mas yo me disuelvo en el agua.
El agua no te deshace.
Ya sea lluviada
reposada de espejos
o desbandada en río
tu canto
–hondo a veces
puro jolgorio otras–
te reforma siempre
Y gota a gota
te engranas
te ahojas
te floreces
te empupilas
y levantas
En el agua te encuentras
como peces
como flor de loto
como arrozales
A pinceladas de lágrima
te hace la visión nublada
lamida de cascadas
o cría de las rías
asistida de acequias
y sorbos de albariño
A uña de uvas verdes te cincelas
Hablas con tu fondo
interminablemente
con la piedra lamida
de tu beso infinito
Tu esqueleto de agua
te reforma sin pausa
sin saber a dónde te remontas
ni de qué remotos llegas
No. El agua no te deshace.
Mas yo me disuelvo en el agua.
2. Sí, la caravana pasa
(Nicaragua, Rubén Darío)
Te miro y me miras, amor,
aquí junto al agua del lago
donde se anegan
los caminos que fueron
y los pasos que no serán
El mar se acomoda
en un espacio eterno
y en un tiempo que no llegará
Con el allá soñaba siempre
–te dije
Con ese resplandor en la hierba
y en las aguas –raras, quizás–
Pero desde aquí, amor,
templaba el arco en el agua
lanza que apunta a la nada
Mira la ermita que hice
piedra a piedra
sobre la llama en el agua,
mi alcázar en las sabanas del mar
las rutas de la rosa sin nombre
los viajes que inventó el Marco de Venecia
la historia de los juncos
las goletas y las sirenas
las fragatas naufragadas en la niebla
la vela henchida de un viento
que no tiene espacio ni tiempo
la palabra que repercute
tocando y llamando
como la piedra en el agua
Mira en tus ojos
los míos que te miran
con el guiño de un mar dulce
Míralos sobre las sedas del agua
Que más allá de los asedios
de la sed que abrevas
la caravana pasa a la nada, Margarita,
como un río que ríe
con su canto errante
y su letra de agua
y un pájaro azul sin sombra
que no encuentra tierra en el agua
Tú, la transparente,
la que no tiene sombra
en el agua de las aguas,
asida a tu naufragio
guárdame lo que puedas del olvido
que el tiempo
de este cuento que te hago
no tiene hora
rostro ni rastro
pulso ni sitio.
Marcos
Reyes
Dávila
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