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La Derecha en España
- los indignados impotentes del mundo
-el Fascismo del CAUCUS
Da grima ver la impotencia de 99 por ciento, de esa masa mundial de indignados, frente a la hegemonía soberbia de la unoporcientocracia.
Las noticias anticipan la victoria aplastante de la derecha española del PP en la elecciones ya inminentes.
El pueblo español, desesperado y en desbandada indignada por el gobierno derechista de PSOE, sólo es capaz de optar por elegir a una derecha de empresaurios menos suave y menos blanda que el PSOE, más dura y tosca y brutal, como la del PP. Autotortura.
¿¿De qué valdrá la experiencia??, me pregunto, si no aprendemos. Gatos. Elegimos gatos blancos o gatos negros, pero siempre empresaurios gatos.
Los indignados carecen de norte, de ideología, de propuesta, son pura reacción de protesta y desengaño, por eso mismo estériles, impotentes.
En Puerto Rico, país que reelige a delincuentes, a convictos, a ladrones, a agresores sexuales, a asesinos como Romero Barceló, a gobiernos que aplastan al país con la Fuerza de Choque pero es incapaz de hacer nada con los más de mil asesinatos al año, a gobiernos que desemplean a decenas de millares de empleados públicos permanentes, que quiebran los sistemas de salud, que destruyen las uniones obreras.
Y lo peor: que tiranizan al país al destruir las instrumentalidades democráticas y gobernar bajo el principio de la autonegación: no somos puertorriqueños, dicen.
No se trata sólo de desmantelar el Colegio de Abogados y el Ateneo Puertorriqueño.
El gobierno de las instrumentalidades públicas se efectúa ahora a través de los llamados caucus --comités del partido-- que deberían estar prohibidos.
El caucus en el Tribunal Supremo, en la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico, en la Legislatura, o donde sea, desintegra la democracia y la dignidad humana. El grupo dominante se reúne aparte, oye las instrucciones del caudillo y decide votar en bloque según las instrucciones recibidas. Dado el hecho de que son mayoría, se impone invariablemente una línea ideológica que de ese modo se hace fascista. La participación y la oportunidad de los demás es nula. Más valdría renunciar. No hay oportunidad de convencer, no hay oportunidad de recurrir al criterio individual de cada cual, se niegan a oír. Por eso no existen ya, prácticamente, vistas públicas para nada.
El Fascismo, la doctrina del pensamiento único, del dogma siempre intolerante y violento, niega la dignidad de la persona humana. Por eso puede este gobierno destruir toda instrumentalidad que huela a puertorriqueño, como se hace con el centenario Ateneo y con la Semana de la Puertorriqueñidad en las escuelas públicas.
Cualquiera sabe, o debería saber, que todo conocimiento parte del reconocimiento de la autoidentidad, y que toda identidad nos refiere invariablemente a los padres, los abuelos, la familia, y la comunidad.
No hay conocimiento, valor ni dignidad que se levante sin él. Luego, un país que se desintegra: Puerto Rico.
Las noticias anticipan la victoria aplastante de la derecha española del PP en la elecciones ya inminentes.
El pueblo español, desesperado y en desbandada indignada por el gobierno derechista de PSOE, sólo es capaz de optar por elegir a una derecha de empresaurios menos suave y menos blanda que el PSOE, más dura y tosca y brutal, como la del PP. Autotortura.
¿¿De qué valdrá la experiencia??, me pregunto, si no aprendemos. Gatos. Elegimos gatos blancos o gatos negros, pero siempre empresaurios gatos.
Los indignados carecen de norte, de ideología, de propuesta, son pura reacción de protesta y desengaño, por eso mismo estériles, impotentes.
En Puerto Rico, país que reelige a delincuentes, a convictos, a ladrones, a agresores sexuales, a asesinos como Romero Barceló, a gobiernos que aplastan al país con la Fuerza de Choque pero es incapaz de hacer nada con los más de mil asesinatos al año, a gobiernos que desemplean a decenas de millares de empleados públicos permanentes, que quiebran los sistemas de salud, que destruyen las uniones obreras.
Y lo peor: que tiranizan al país al destruir las instrumentalidades democráticas y gobernar bajo el principio de la autonegación: no somos puertorriqueños, dicen.
No se trata sólo de desmantelar el Colegio de Abogados y el Ateneo Puertorriqueño.
El gobierno de las instrumentalidades públicas se efectúa ahora a través de los llamados caucus --comités del partido-- que deberían estar prohibidos.
El caucus en el Tribunal Supremo, en la Junta de Síndicos de la Universidad de Puerto Rico, en la Legislatura, o donde sea, desintegra la democracia y la dignidad humana. El grupo dominante se reúne aparte, oye las instrucciones del caudillo y decide votar en bloque según las instrucciones recibidas. Dado el hecho de que son mayoría, se impone invariablemente una línea ideológica que de ese modo se hace fascista. La participación y la oportunidad de los demás es nula. Más valdría renunciar. No hay oportunidad de convencer, no hay oportunidad de recurrir al criterio individual de cada cual, se niegan a oír. Por eso no existen ya, prácticamente, vistas públicas para nada.
El Fascismo, la doctrina del pensamiento único, del dogma siempre intolerante y violento, niega la dignidad de la persona humana. Por eso puede este gobierno destruir toda instrumentalidad que huela a puertorriqueño, como se hace con el centenario Ateneo y con la Semana de la Puertorriqueñidad en las escuelas públicas.
Cualquiera sabe, o debería saber, que todo conocimiento parte del reconocimiento de la autoidentidad, y que toda identidad nos refiere invariablemente a los padres, los abuelos, la familia, y la comunidad.
No hay conocimiento, valor ni dignidad que se levante sin él. Luego, un país que se desintegra: Puerto Rico.
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
"Otro mundo es posible."
"Otro mundo es posible."
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