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Las ramas toman el alma
de la tierra y del agua
y la ofrecen despierta
a la transparencia del cielo
Raíz
y luego flor
delinearon la puerta
en la cocina de un cogito
que acogió descalzo al colibrí
Nada hay en ello
de la turbia soledad de muladar
del que roe
su propio escupitajo
Acaso soy yo el custodio de mi hermano
preguntó Caín aquella tarde
sin saber que sí lo era
que sí lo somos
inexcusable
e inexorablemente.
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
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