miércoles, 26 de diciembre de 2012

El Legado de los Imperios en América Latina


[Publicado en CLARIDAD, Versión Digital]


Un libro de Rodrigo Quesada Monge: 

El legado de los imperios en la América Latina





Perfil de Autor
Publicado: martes, 18 de diciembre de 2012
Rodrigo Quesada Monge (RQM) es un eminente historiador –y novelista– costarricense, ya retirado de la vida académica universitaria, no de la historia. Aunque nos ha dicho repetidamente que gracias a la Revista EXÉGESIS (UPR-Humacao) salió del aislamiento nacional al reconocimiento internacional, lo cierto es que el rigor académico y científico de una obra vasta lo hacen inopinadamente, acreedor del reconocimiento internacional. Por eso EXÉGESIS lo invitó hace algunos años a ofrecer una conferencia magistral en la Universidad de Puerto Rico en Humacao.

Acabamos de dar lectura a una de sus últimas obras, sobresaliente y provocadora como todas las otras. Se titula: “América Latina 1810-2010, El legado de los imperios” [Costa Rica, EUNED, 2012, 410 págs.] En la portada hay una imagen que agrupa a seis de los grandes protagonistas de la historia latinoamericana. Desde la izquierda: Francisco de Miranda, Benito Juárez, José Martí, Ramón Emeterio Betances, José de San Martín, y, naturalmente, Simón Bolívar. Todos ellos protagonistas de las luchas decimonónicas de la emancipación, pues el libro está concebido en conmemoración de los bicentenarios que se celebran en estos años por toda Nuestra América. Si bien la presencia de la imagen de Betances ya salva a Puerto Rico de la ausencia casi perpetua en este tipo de libros, para nuestra sorpresa el epígrafe es de Eugenio María de Hostos. Se trata de un texto en el que Hostos llama al lector a comprender las profundas diferencias en el desarrollo entre el norte y sur de las Américas estudiando a fondo las diferentes fuerzas de la historia que actúan en ambos hemisferios.

Pero, en rigor, no se trata de un libro de historia convencional. El objetivo del libro es la indagación de la historia de los procesos político-económicos latinoamericanos insertados en la dinámica de las diferentes fuerzas imperiales que han saboteado y torcido nuestras luchas por la libertad. [Me disculpo por hablar como latinoamericano.] Ese objetivo lleva a RQM a explorar la política de los poderes imperiales, particularmente los de Occidente, destacando, como es perentorio hacerlo, los casos protagónicos del imperialismo británico y del norteamericano.
Son numerosas las cosas que se aprenden en este libro escrito con carácter docente, es decir, para ser utilizado en un curso universitario. El libro es rico en provocaciones conceptuales, en puntos de vista, en el sondeo de los fenómenos históricos, como es de esperar en un historiador consumado que atesora una bibliografía de alrededor de 350 títulos.
Quesada Monge divide el libro en siete capítulos:

  1. América Latina: la economía política del imperialismo;
  2. América Latina. El Imperialismo Histórico. El Libre Comercio o la Diplomacia de Dios (1810-1850);
  3. América Latina. El Imperialismo Histórico. La Acumulación por Despojo (1850-1898);
  4. América Latina. El Imperialismo Permanente. La era de las intervenciones (1898-1933);
  5. América Latina. El Imperialismo Permanente. La Era de las Dictaduras (1933-1961);
  6. América Latina. El Imperialismo Permanente. La Era de las Revoluciones (1961-1991); y
  7. América Latina. El Imperialismo Permanente. La Era del Neoliberalismo, la Globalización y la Nueva Izquierda (1991-2010).

Como se ve, el primer capítulo está dedicado a definir conceptos. Los dos siguientes, a lo que RQM llama “Imperialismo Histórico”, y los últimos cuatro capítulos, a lo que llama “Imperialismo Permanente”. Al final, un capítulo no señalado de “Conclusiones”. Un libro de estas pretensiones no puede darse el lujo de ignorar las decisivas aportaciones que al respecto del tema hizo el marxismo, particularmente, Lenin y Trostky, pero RQM, que es un estudioso tenaz y actualizado, no se reduce, como es de esperar, a eso.

RQM llama “Imperialismo Histórico” el imperialismo con colonias que efectuaron en toda la América Latina (Brasil incluido) las potencias europeas durante todo el periodo de emancipación y de constitución de los estados nacionales, iniciado en el 1810 hasta el 1898. Ese imperialismo estuvo dominado por Inglaterra, en competencia desde entonces con los norteamericanos que muy tempranamente manifestaron en la Doctrina Monroe (1823) sus “derechos” de explotación de los países latinoamericanos. El “Imperialismo Permanente”, según RQM, es aquel instrumentado en la América Latina por Estados Unidos a partir de la Guerra Hispano-antillana-norteamericana de 1898 como parte de un proceso de dominación imperial mundial que se aceleró, en todo el planeta, tras la Primera Guerra Mundial. En este imperialismo juegan un papel central las compañías transnacionales y las estructuras financieras y corporativas, acompañadas siempre, claro está, del uso de la fuerza militar. RQM llega a afirmar que, “el imperialismo permanente es la globalización de nuestros días” (46).

Destaco, para no alargar mucho esta exposición, unos pocos señalamientos que me llamaron la atención:

  1. El imperialismo contra la América Latina y el Caribe es “permanente” porque es permanente la guerra contra estos pueblos. El imperialismo –capitalista, claro está– no puede subsistir sin esa expropiación forzada o ese despojo constante. (41)
     
  2. Nunca ha cristalizado el imperialismo / colonialismo sin la “cohabitación” con los funcionarios de los países intervenidos. (54)
     
  3. El imperialismo saboteó y anuló todos los proyectos de integración latinoamericana, desde el Congreso de Panamá al que convocó Bolívar, hasta la Unión Centroamericana, pasando por mantener la estabilidad del dominio colonial español en Puerto Rico y Cuba.
     
  4. La explotación capitalista en diferentes países, alcanzó niveles de explotación y genocidio solo comparables a los de la Alemania nazi. (85)
     
  5. Cita de Michel Beaud: “El capitalismo no es una persona ni una institución. Ni quiere, ni elige. Es una lógica actuando a través de un modo de producción: lógica ciega, obstinada, de acumulación.” (86)

  6. El dominio del istmo jugó siempre un papel protagónico en la historia del imperialismo y de las rivalidades entre el imperialismo inglés y el norteamericano que determinó la mala suerte de toda la región. Más allá de la United Fruit Company, los afanes de construcción de un canal interoceánico trazaron, junto a la política de las compañías de ferrocarriles, las sucesivas, e incesantes intervenciones militares norteamericanas en todos los países centroamericanos y la permanente presencia de los dictadores y caudillos instalados como mayordomos del imperio.
     
  7. Asombra comprobar, en una tabla sobre los regímenes dictatoriales en América Latina desde el 1930 hasta el 1990, que hayan padecido de dictaduras por periodos tan prolongados países como El Salvador (52 años), Guatemala (45 años), Bolivia y Ecuador (40 años), Argentina (38 años), y esa tabla no incluye ni a Puerto Rico (todos esos años), Nicaragua, Cuba, Haití, Dominicana. (175)
     
  8.  Los ingredientes “naturales” de las dictaduras latinoamericanas son tres: el apoyo de Estados Unidos, el control sobre el ejército y la burocracia estatal, la alianza con un sector de la clase dominante local. (183)
     
  9. La Cubana es la única revolución triunfante en la historia de la América Latina. Según RQM, Cuba puso a la América Latina en la conciencia política y cultural de las universidades y el corazón de los pueblos oprimidos del planeta. (210) El bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos es una de las acciones “más infames de que se tenga memoria en la historia política y diplomática de este hemisferio”.
     
  10. La estrategia de penetración y control imperialista contó con instrumentos de camuflaje diseñados con las máscaras de la ayuda militar, tecnológica, científica y económica [también educativa] a través de instituciones como la AID, el NED, el NRI, la IFES, la CFD, el FTUI y el ILKS, constituidas, supuestamente, para promover el desarrollo, la democracia, los sistemas electorales, la libre empresa, la cooperación y entrenamiento militar, e incluso la solidaridad laboral.
     
  11.  El Neoliberalismo es un proyecto dirigido a la reorganización del capitalismo internacional con el fin de restablecer las condiciones de acumulación de capital y restaurar el poder de las élites económicas (D. Harvey, 242).
     
  12. Cuba es el único proceso verdaderamente revolucionario vigente en la América Latina, puesto que los procesos en desarrollo en países como Uruguay, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, e incluso Venezuela, están articulados en una plataforma más afín al neopopulismo. Su carácter revolucionario es más de lenguaje democratizador que de práctica transformadora de la economía, ya que en ninguno de esos casos se ha roto con la legalidad burguesa ni con el capitalismo mundial, como sí hizo Cuba en los primeros años de la revolución. Sí hay en esos países un afán de atender las necesidades de las grandes mayorías desfavorecidas, pero ello sin romper con las instituciones financieras del imperialismo mundial, ni transformar de manera irreversible las relaciones de producción (330).

Muchísimas otras reflexiones pueden extraerse de un libro tan rico como éste. Mas, esta última aclaración (la número 12), es la que le agradezco más a Rodrigo Quesada Monge. Me evitaré –si los desarrollos de los próximos años no avanzan más allá– la desilusión de ver regresar en esos países modelos políticos más acordes con la política imperialista del neoliberalismo. Su voracidad nunca se sacia ni termina.



Marcos Reyes Dávila
¡Albizu seas!

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