Una incursión en
“Un océano maya
para tus alhambras”
por Francisco Matos Paoli
Marcos: Tu canto a Sulamita –oriunda de los
colores del cielo, de la tierra y del mar, me
ha sobrecogido, porque es la plenitud de las
razas más sutiles que puebla nuestro
contorno de isla - isla, en plenitud
de amor azogado en un espejo invencible,
de sol y luna que no se rinde jamás
a los impostores de la historia, ya sea
natural o sobrenatural. Veo aquí
plasmado un Nuevo Cantar de los Cantares,
en que la vibrátil onda de eternidad se
confunde con todos los tiempos habidos
y por haber, por secula seculorum. Tu
canto está lleno de una unción sagrada,
bíblica y profana a la vez, y a veces,
oscila el canto en su brújula loca
como queriendo reconciliar todas las
contradicciones, todas las fantasmagorías
que se nos echan encima como un descubri-
miento de la muerte (muerte por amor) que
es la perpetua vida asomada a los abismos
del ser poético en que estamos todos //
consagrados. Mira tú la huella, entrecor-
tada y virgen, con un pálpito mortal
e inmortal a la vez, acudir a todas
las fuentes abiertas de la poesía para
alcanzar el sueño de vuestra vigilia
en la gracia que nos da Nuestro Señor.
He aquí también la sorpresa de una
imagen centrada (metáfora, símbolo, lengua-
je dialectal del pueblo, tanto en la
herencia de la lengua que recibieron de
España como de la reconstrucción vivísima
y ebullente en zonas psico-geográficas
de toda Nuestra América. Y, sobre
todo, un aliento de Antillanía, una
noción de gloria que tiene acceso
a una paz definitiva entre hermanos
separados, aparentemente, por la
dialéctica de nuestra vividura nacional
que single, como un barco ebrio de
Rimbaud, entre el ser y el no ser.
Este registro eterno de lo cronotópico,
de lo dado, de la dádiva magia, que
es el lema, es el signo más armonioso
de lo sacro en este Cantar de los Cantares.
FMP
MRD
¡Albizu seas!
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