William Pérez Vega:
“Julia a flor de pueblo”
Conozco a William Pérez Vega desde hace varios años, aunque parecen muchos. Trabajamos juntos en la organización del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Él fue por un tiempo secretario de actas, antes de que la lucha magisterial y otras actividades le ocuparan gran parte de su tiempo. Por aquellos años me obsequió un par de cuadernos breves que intenté localizar anoche cuando me pidió que dijera algo cortito hoy aquí.
Para un catedrático de literatura, tener a la mano los textos suele ayudarlo a conseguir que pase desapercibida la mala memoria y le permita hablar con mayor certidumbre. No hallé los libros, escondidos los muy bandidos con frecuencia, pero por suerte poseo una fuente sobre William más confiable aun que ellos: el contacto personal directo, las actividades que compartimos, las numerosas coincidencias, el hondo afecto, y lo que es más importante aun: la utopía militante que practicamos. Esa que movió a Hostos, cuando buscaba a Segundo Ruiz Belvis, a llamarlo “amigo de mis ideas”. Tan es así, que no es extraño que yo escriba sobre un asunto del día, que luego publicaré en Facebook o en mi portal de lasletrasdelfuego, y poco después aparezca una reacción similar de William. La diferencia suele ser que la de William es más extensa y completa que la mía.
William es de Comerío y yo de Bayamón. Como sabe William, a Bayamón lo parte por la misma mitad la carretera pa’ Comerío. Somos de edad muy próxima. Por suerte, o no sé por qué razón, Josefina Rivera de Álvarez me dedicó una página en su famosa historia de la literatura puertorriqueña publicada en el 1982, hace la friolera de 32 años. Busqué anoche a William en ese libro y no está. Eso me pareció extraño hasta que me percaté del motivo. Y es que nuestro poeta comenzó a publicar libros más tarde que yo. Pero si es cierto lo que dice una página electrónica, lleva más de 16 (19) títulos publicados. En los últimos años ha ido fraguando junto a Marioantonio Rosa y otros poetas el grupo militante que llaman “Poetas en Marcha”, de poesía social y comprometida, que hinca sus raíces en el legendario grupo Guajana de los años sesenta. Hace casi veinte años anticipé que habría un rebrote de poetas que tendrían, como aquellos, la convicción de que la poesía era un arma cargada de futuro, y que no debía cantar en vano. Tardó un poco verlos aparecer, pero aquí están, para la salud de la patria puertorriqueña enferma, grave.
Cuando William me habló de su deseo de que este libro suyo contara con un saludo y visto bueno de la Comisión Nacional del Centenario de Julia, no me extrañó para nada. La Comisión ha impulsado de manera casi anónima, tras bastidores, una gran cantidad de actividades desarrolladas por otras personas y entidades desde hace más de un año. Justamente la solicitud de William me hizo cuestionar por qué la Comisión se mantenía oculta, y no había pedido a los que desarrollaron sus actividades y sus propuestas que figurara siquiera el logo de la Comisión. No lo digo por presumir: lo digo porque para poder entender la realidad uno tiene que saber cómo ocurren en verdad las cosas.
Yo sabía que en ese gesto de William con la Comisión no había tampoco intención de presumir. Que a él lo movía ese sentido de adhesión de quien actúa en la vida con un alto sentido de solidaridad. La solidaridad hace a las personas responsables y consideradas. Antes de leer siquiera el libro le dije que se lo recomendaría a los compañeros miembros de la Comisión. Pero William consideró que lo propio era hacérmelo conocer antes, y me lo envío por correo electrónico. No me hacía falta leerlo para tener certeza de su gracia, porque esos muchos años de leernos, conversar y compartir nos permiten anticipar con tino.
La poesía de William es una que nace de su experiencia con el mundo real. Que brota de aquello que lo conmueve. Que no recicla, ni imita, ni repite ripios ni modelos ajenos aunque se inserta con naturalidad en los ríos profundos de nuestra poesía. Pero William es William. Nace de sí mismo, como Julia. William, además, es un feminista, un solidario compañero de una mujer luchadora como él, siempre en campaña. La poesía de William goza de un ritmo marcado que nace de sus conocimientos de música, porque William toca, canta y compone piezas de tal calidad que algunas de ellas las ha grabado Andrés Jiménez, el jíbaro. Poeta eres, William. Como poeta vives, que es lo mismo que decir que poesía es tu vida.
De modo que cuando le conté a la Comisión del deseo de William de contar con su beneplácito, los miembros de la Comisión respondieron afirmativamente. Han debido pensar que varias poetas han escrito libros de poesía identificados con Julia. ¿Pero cuántos poetas varones se han compenetrado con Julia a ese nivel? Julia está presente en este libro de William, casi como una epifanía encarnada en versos. Y está feliz por ti, como lo estamos todos nosotros.
En la Universidad de Puerto Rico en Humacao organizamos un simposio muy grande que titulamos “Me llamarán poeta - Julia de Burgos”, y que se celebrará como cierre del año juliano, año del centenario. Espero verlos a todos por allá del 4 al 6 de febrero próximo, pues, como dice William:
“Presiento que habrá versos, muchos versos
en el andar de las calles a toda hora”.
Es el milagro de la vida incandescente de Julia que se hace milagro incandescente en este cuaderno. En un poema nos estamos viendo esta noche. Y como dices en el último verso de tu libro: “en un poema / nos veremos mañana”. En ese Simposio que organizamos para llamar a Julia con un grito enorme: ¡POETA!
Albizu o Julia seamos todos.
Muchas gracias.
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
Palabras pronunciadas durante la presentación del libro, el jueves 18 de diciembre de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario