Presentación
En primer lugar, el Simposio, cuya memoria se retiene en estas Actas, tuvo una asistencia récord en nuestro recinto. Varios miles de personas figuran en los registros de asistencia. Fue, además, un simposio que se vertió por cauces múltiples. Acogió la música de Zoraida y el arte teatral de Idalia; acogimos al artista plástico español, José María Sánchez-Darro, a sugerencia de María Consuelo, a quien nosotros invitamos a montar acá las piezas de su exposición de Granada, exposición que le permitió al Museo Casa Roig despertar de un largo letargo. Acogió, acogimos, en sesiones concurrentes y en tres espacios diferentes, alrededor de 40 ponencias, más el beneficio, generoso como un sueño, de la pintura de Dennis Mario y la de Rafy Trelles.
Aunque fuera imposible, las Actas que presentamos han pretendido englobarlo todo. Ofrecen, esa mirada de 360 grados, de lo que en verdad fue ese Simposio que, vertido por diferentes caminos, ninguno de nosotros podía, ni pudo, apreciar completo. Pero las Actas también nos permiten evocar muchas de las actividades realizadas con motivo del Centenario, en todo Puerto Rico, y fuera de Puerto Rico, tal como intentamos hacer con la proyección, sin pausa, en la pantalla del teatro. La sola presentación, en ausencia por cierto, del libro de las “Cartas a Consuelo”, que no pudieron llegar a tiempo, fue a pesar de eso, uno de los momentos sublimes de la actividad, pues realizada por “las burgos”, idea también concebida por, y debida a, María Consuelo, reunió en un haz luminoso la experiencia secreta e inédita de toda una familia. Estoy seguro de que esa presentación, aun con la ausencia del libro, resultó no solo brillante, sino que estimuló marcadamente el interés en el libro.
En segundo lugar: El libro-revista que presentamos es un híbrido. Mitad libro, mitad revista. Libro, con señas de revista porque revista debía ser una tirada de EXÉGESIS. Revista, con revestimiento de libro porque así nos lo pidió Mercedes López Baralt y otras queridas personas. Libro, mas no un libro lujoso. Porque ni el país, ni la Universidad pueden permitirse ese gasto, como sabemos todos. Pero Sí puedo afirmar que es un libro digno, cuya grandeza emana, más que de su edición, del contenido que ustedes aportaron.
Creo que es perentorio subrayar, en tercer lugar, que esta edición, triple, de la revista EXÉGESIS, coincide con el trígesimo aniversario de su fundación. Hace tres décadas... en el 1986, 1996, 2006, 2016... Una revista de la facultad que ya no estaba dirigida a la promoción institucional, ni se reducía tampoco a rincón de biblioteca. Una revista que pretendía algo más que cumplir con un requisito para la acreditación. Un vehículo vivo, y palpitante, de publicaciones académicas, abierto a toda la facultad, que podía entrar en un diálogo digno con los académicos, intelectuales y artistas de todo el planeta, y que tenía, tuvo, algo de relincho y de campana.
Creo que EXÉGESIS cumplió su tarea. Durante más de dos décadas EXÉGESIS fue, no solo la bandera institucional, sino modelo de otras revistas del sistema. Uno de los cinco simposios organizados por nosotros dio abrigo a, y abrió espacio de diálogo con, todas, TODAS las revistas culturales y académicas, fueran tiradas en papel o cibernéticas, y abarcó un horizonte mayor que el sistema universitario público, e incluso del país. EXÉGESIS también fue, dentro del sistema de la Universidad de Puerto Rico, la que abrió la puerta para una tirada combinada en papel y en internet. EXÉGESIS hizo ediciones combinadas con instituciones culturales de otros países de Nuestra América, como Paraguay, Cuba, España, Chile y Centro América. EXÉGESIS ha publicado, contra viento y marea, en un recinto pequeño, 78 números en 30 años.
EXÉGESIS fue una revista que no temió defender algunas causas y principios, ardientemente, como no lo ha hecho ninguna otra revista académica de la UPR. EXÉGESIS no tuvo reparo en defender nuestro español vernáculo, el idioma de nuestros abuelos; EXÉGESIS no tuvo miedo de defender la causa del pueblo de Vieques; EXÉGESIS tuvo el valor de abogar por nuestros presos políticos; EXÉGESIS clamó por el Instituto de Estudios Hostosianos, entre otras cosas.
En el cuerpo editor fundador ya estuvo quien escribe, recién nombrado apenas para ocupar una plaza en este recinto. Y aquí estoy todavía, mitad fósil y mitad prehistoria, mas con un pie en el estribo para la jubilación. Creo que cabe decir, sin alocada hipérbole, que llevo a EXÉGESIS en mi sangre. Y EXÉGESIS lleva la mía.
Para terminar, me abruma entrever que, como una de esas sublimes coincidencias que parecen destino, el trigésimo aniversario de EXÉGESIS se ha fundido con el centenario de Julia. Quizás a nuestra gestión, al frente de esta revista, le esperaba, al final del camino, este encuentro sublime con Julia de Burgos. Hablo de los tres años que llevo francamente anclado, en su memoria. Pero pienso ahora, además, aunque quizás sea un delirio, que acaso estábamos todos, en la Junta Editora de EXÉGESIS, ungidos, sin saberlo, en la sangre de Julia de Burgos. Hablo... de la Julia rebelde y amante. Hablo... de una pasión perdidiza. Hablo... de ese ruiseñor que quiso ser pitirre. Hablo... de morir en la eternidad de la palabra. Porque, a diferencia de esa palabra luz, que se apaga con un click, la palabra impresa que se nutre del humus humano, es, como lo aprendí de niño, cómplice secreto de lo perenne. Ese es el linaje, constelado, de Julia de Burgos.
(El presente texto es parte de la Presentación del número.)
Marcos
Reyes Dávila
Director de EXÉGESIS y
Coordinador y Editor del Simposio