Puerto Rico:
Una colonia es un pueblo llevado al matadero
Todavía hay quien dice en la prensa que la decisión del Supremo “abre una controversia”. Todavía hay quien cree que esto se resuelve con la “estadidad”, incorporación de Puerto como un nuevo estado de la federación. Se diría que no han tomado conciencia, la cabeza en el hoyo del avestruz, de que los tres poderes constitucionales –no los fácticos– de EE.UU., es decir, el presidente, el Congreso y el Tribunal Supremo, han declarado sin diplomacia alguna, sin pelos en lengua, que Puerto Rico es una colonia sujeta a los poderes plenarios del Congreso. Eso, y no otra cosa. Nunca nos han amado. Nunca nos han tenido respeto desde la rebelión de Pedro Albizu Campos.
No se abre una controversia: se cierra. No queda margen alguno para darle vuelta a la cosa. A pesar de la llamada Constitución del Estado Libre Asociado –“status” fantasma– establecido en el 1952, tras décadas de resistencia armada de la puertorriqueños, tras la “guerra fría”, tras la caída del bloque soviético, tras el arranque vigoroso del neoliberalismo, Puerto Rico ya no le es útil. Por eso, a pesar del constante saqueo, nos han abandonado a nuestra suerte sin disimulo y sin máscaras. En realidad no nos han abandonado. Han abandonado solo el disimulo, la sonrisa. Seguimos. Más sujetos. Más abiertamente exprimidos y aplastados y saqueados.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos, ahora, en el 9 de junio, resolvió que Puerto Rico es una colonia sujeta a los poderes plenarios del Congreso y que carece de menos soberanía que sus comunidades indígenas. Prácticamente un gueto dentro de Estados Unidos, como el de los judíos de Varsovia cuando la ocupación nazi.
El Presidente así lo ha declarado en vistas congresionales desde el primer gobierno de Bush, y repetidamente, incluso Obama: pueden vender a Puerto Rico a China.
El Congreso acaba de aprobar de manera coincidente, el 9 de junio, una ley, que llaman irónicamente “promesa”, y que crea una “junta de control fiscal”, cuyos integrantes serán nombrados por el presidente de EE.UU., pero pagada –sobre 300 millones– por el “gobierno” de Puerto Rico; compuesta por norteamericanos que no saben dónde está Puerto Rico en el mapa, para gobernar al país, en inglés –jeringonza en Puerto Rico–, cuyo propósito es pagarle a los bonistas buitres una deuda imposible de pagar que, siendo ellos los soberanos, ellos mismos crearon. La junta privatizará todo, todo lo vendará o lo entregará como pago a los bonistas...
Ahora bien, ¿quién o quiénes, de los que ganan $7.25 la hora, endeudó a Puerto Rico? ¿Por qué entonces tiene él, los jubilados, los enfermos de cáncer, los niños prematuros, los jóvenes, tienen que pagarla?
Hoy he mirado muchos periódicos del mundo. Venezolanos, mexicanos, españoles, RT... Desde Telesur, La Jornada, El País, incluso Granma, y no hallo una nota relativa a la Junta colonial o a la decisión del Supremo. Quedamos a nuestra suerte frente al poderío norteamericano que destroza a Siria, como antes a Libia, que aplasta gobiernos en Haití, República Dominicana, Chile, Perú, Bolivia, Panamá, Guatemala, Honduras, Brasil, Argentina, Uruguay, etc. Si alguien duda que pueden hacer en Puerto Rico algo parecido, que no lo dude: hace mucho está ocurriendo. Mírese la historia.
En el 1950 usaron su ejército y su aviación contra la rebelión que defendió con armas ligeras la soberanía de la nación en Jayuya. Encarcelaron a Albizu toda su vida y lo sometieron a tortura para vergüenza nuestra. Encarcelaron a todo el liderato nacionalista. Pusieron bombas para culpar y encarcelar a otros. Asesinaron al hijo de Juan Mari Bras. Asesinaron a los dos muchachos del Cerro Maravilla. Persiguieron y encarcelaron puertorriqueños amantes de la libertad en EE.UU. Han introducido drogas durante décadas. Experimentos biológicos y sicosociológicos. Han exprimido las fuerzas económicas del país con instrumentos tan absurdos como las leyes de cabotaje. Han arruinado la economía del país para introducir sus capitales. Han bombardeado y contaminado durante décadas. Amedrentaron a todo el país con su fuerza. Asesinaron a Filiberto Ojeda delante de las cámaras de televisión. Ahora “imponen” la Junta de Control Fiscal con la anuencia del gobernador y los congresistas puertorriqueños en el Congreso con excepción de Luis Gutiérrez. En la red se consigue a Gutiérrez cantando en el hemiciclo de la Cámara los versos de Rafael Hernández: “No importa el tirano te trate con negra maldad”.
Sí. Puerto Rico es una colonia llevada al matadero. Igual que Auschwitz. Hay otras colonias en el mundo. Pero ninguna con 3.5 millones de habitantes y 4 millones en el exilio. No obstante, el presidente Obama reclama la aplicación de la “Carta democrática” de la OEA a Venezuela. ¿Y por qué no la aplica a Puerto Rico?
¿Cómo debía votar un puertorriqueño, como Sonia Sotomayor, en la reciente decisión del Supremo? ¿En contra de la mayoría, como nuestra jueza Sotomayor, para legitimizar la alegada "soberanía" del ELA, o a favor, para negar esa soberanía?
El Supremo, a fin de cuentas, solo dijo LA VERDAD. No hay tal Soberanía. Nunca la hubo: el ELA es una colonia. Eso han dicho por más de un siglo los independentistas. Eso dijo Hostos en el 1900 cuando el Congreso aprobó la Ley Foraker, aun vigente. Allí se dijo y se dice que “Puerto Rico pertenece a, pero no es parte de, Estados Unidos.”
Si Puerto Rico es una colonia, como finalmente se admite, entonces, ¿a quién le pertenece la deuda? La deuda es cosa chica al lado de la compensación que el gobierno colonial le debe a Puerto Rico por más de un siglo de explotación, abuso, coloniaje, privación de nuestro derecho universal a la autodeterminación y coloniaje.
Quizás todo esto podría, finalmente, ayudar a resolver nuestra definición. Porque ahora urge definirla. Lo del Supremo se puede usar para impugnar la ley de la “Yunta” del Congreso porque la Constitución de EE.UU. le impide tener colonias, como lo rechaza la ONU. ¿Por qué se lo impide? Pues porque el poder de toda república descansa en el consentimiento de los gobernados, y porque el derecho a la autodeterminación es inalienable. También lo dijo Hostos en el 1900 inspirado en su idea de que “la Libertad es un modo absolutamente indispensable de vivir”. ¿Que qué dijo?:
“Ni hoy ni mañana ni nunca, mientras quede un vislumbre de derecho en la vida norteamericana, está perdido para nosotros el derecho de reclamar la independencia, porque hoy ni mañana ni nunca dejará nuestra patria de ser nuestra”.
Entonces la “Yunta” Fiscal –como dice el poeta Marioantonio Rosa– sería ilegal como lo es todo el dominio de EE.UU. sobre Puerto Rico. Pero para lograrlo hace falta algo más que un pleito de abogados. Hay que ir a la calle. Hay que hacer desobediencia civil. Eso destruiría la deuda.
Marcos
Reyes Dávila
¡Albizu seas!
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