Hostos,
en clave de sol
En el
180 aniversario de su nacimiento
Para la HEEND
Desde Mayagüez, pero para todo Puerto Rico,
se organizó hace unos meses un
comité nacional convocado por el 180 aniversario
del nacimiento de Hostos. "Ardiente y luminoso" lo clasificó Pedro Henríquez
Ureña, miembro de una destacada familia dominicana que gozó la inmensa fortuna
de ser su amiga entrañable. La "clave de sol" que encabeza estas palabras
tiene la encomienda de apuntar al hecho de que Hostos fue una personalidad
maestra tanto para los tiempos que le tocó vivir como para los tiempos que hoy
vivimos. Desde su ayer dice a nuestro hoy su palabra ardiente con voz fresca de
manantial.
El gobierno de Puerto Rico arrincona su
recuerdo, pero le es muy difícil borrarlo como ha borrado tanta historia,
porque Hostos es figura cenital, cimera, en muchos escenarios fuera del país.
La acción constructiva de Hostos acompañó todos sus pasos. Estuviera donde
estuviera, estudió sociedades y países, y no conforme con eso, recomendó,
alertó y persuadió. La Unión Panamericana lo proclamó en el 1938 como "Ciudadano Eminente de América", y exhortó a las repúblicas
todas de América a conmemorar el centenario de su nacimiento. Siendo
suscribiente de esa "unión" el gobierno de Estados Unidos,
el gobierno colonial de Puerto Rico tuvo que insertarse en la conmemoración del
natalicio.
Infinitos son los temas y asuntos que
abarcaron su quehacer y los que, para nuestro presente, ese quehacer nos
permite extraer hilos que pudiéramos utilizar hoy como armas y herramientas.
Ello es así porque el eje rector de su pensar y de su obrar lo constituyó la
búsqueda de una verdad dirigida a la construcción de amplios ámbitos de
libertad. Ese eje rector nunca tiene acabamiento, y menos para un país que no
ha podido escapar de la “charca” de una colonia empantanada. A ese eje rector
lo subordinó todo, es decir, todos los espacios que tuvo a su alcance. Ya fuera
la educación, el aspecto más comentado, como las luchas políticas todas que
tomaron por rumbo sus afanes de construcción de mundos posibles.
Contra lo afirmado por muchos, es imperativo
subrayar que Hostos no cupo, nunca, dentro de los límites estrechos de las
diversas formulaciones del colonialismo. Insinuarlo es ofenderlo. Que es uno de
nuestros más importantes escritores. Que es iniciador en la América Latina de varias
disciplinas científicas, como la Sociología y la Economía Política. Que es uno
de los más notables moralistas y constitucionalistas. Que es uno de los
educadores cimeros de la América nuestra. Que fue uno de los más encarnizados,
abnegados y constantes luchadores por la libertad de Puerto Rico, Cuba y la
República Dominicana.
Hostos no fue seguidor ciego de ninguna
doctrina, pero alimentó su pensamiento con las más radicales y diversas
doctrinas que circulaban en la segunda mitad del siglo XIX. En medio de un
arsenal de teorías y pensamientos, y equipado con armas de muy diferente
origen, Hostos sostuvo y mantuvo a lo largo de toda su vida, con una
extraordinaria coherencia, los principios que formuló por sí mismo. Y hay que
añadir que, para nuestro asombro, pudo sostener y mantener esos principios de
manera creadora ante los retos que le planteó su paso por la vida. Como
promotor de formas radicales para la democracia, no dudamos de que miraría con
simpatía los reclamos que se hacen en Francia para “restaurar” la soberanía del
pueblo francés mediante la implementación constitucional de referendos
(“Referéndum de Iniciativa Ciudadana”) sobre todos los asuntos de interés
nacional. Detengámonos un momento a observar cómo se enhebran en Hostos la
moral, el arte y la libertad.
La crítica tradicional catalogaba la obra de
Hostos como la de un escritor malogrado por
sus propias concepciones morales. Sin embargo, Hostos fue un escritor
fundamental: ensayista, poeta, dramaturgo, novelista, cuentista, incursionó
todos los géneros literarios conocidos, e incluso los linderos de la música.
Como crítico de literatura alcanzó notoriedad internacional. La confusión al
respecto proviene del hecho de que Hostos, dicho sea solo como metáfora, se
autoflagelaba continuamente para incentivarse, mejorarse y mantenerse fiel a
los principios, antes mencionados, a los que él consideraba que debía
someterse. Algunos han visto en esas
autocríticas debilidad y flaqueza. Nosotros vemos en ese insobornable
empeño de mejoramiento fortaleza.
Conforme con algunas concepciones de la
época, Hostos, examinando la cuestión del arte desde el plano de una moral
dirigida a la construcción de la justicia y la libertad, criticaba aquellos
devaneos de la literatura que se enajenaba de la realidad y del deber de
escrutarla o indagarla. La idea la ilustra no con El Quijote, pero sí
con la locura del personaje que, como se sabe, alocado con la lectura de las
novelas de caballería, no alcanzaba a ocuparse de sus problemas concretos y
prácticos por no dar la espalda a las evasiones ilusionistas. Dedicado a la
lucha por la libertad, Hostos sometió a esa urgencia toda actividad humana.
Pero eso no le evitó reconocer, como lo hace en el estudio del poeta cubano
Plácido, mártir de la lucha por la independencia, que en el poeta entrampado
entre Ala fuerza vencedora y el derecho
no vencido@, surge precisamente Ala vocación poética de la
realidad, hecha carne, hecha hueso, hecha hombre, hecha individuo en el poeta
lírico@.
En la búsqueda por la libertad, y entregado
al deber ineludible de promoverla y gestarla en hombres y pueblos como Auna manera absolutamente
indispensable de vivir@, Hostos acometió todos los
frentes de su realidad. Estudió y formuló sus principios y las condiciones que
hacen posible lo imposible. Su concepto de la república democrática es radical,
y desborda nuestras concepciones contemporáneas. Para Hostos justicia y
libertad van de la mano, y se instrumentan desde las estructuras básicas de la
sociedad, es decir, desde la familia, el barrio, el municipio, la comunidad.
Ejes de toda sociedad civilizada, la libertad y la justicia, se materializan
con el cumplimiento de los deberes y
con el ejercicio de los derechos.
Hacia esa finalidad debe encaminarse la educación, y desde luego el arte.
Para Hostos, "ardiente y luminoso", la libertad en el arte
depende, pues, de la libertad individual que se construye en el cumplimiento de
deberes y el ejercicio de los derechos. En una sociedad colonial, que desde
luego es también capitalista --aunque les parezca a algunos que
no hay relación entre sociedad colonial y sociedad capitalista-- , no se practican ni derechos y
ni deberes. Luego no hay libertad, ni tampoco patria, sino para los que
practican a su riesgo los derechos que otorga la libertad imperativa y los
deberes que la misma impone.
Clave de sol:
Desde que Hostos nace en la historia con
personalidad propia individual, consagró su vida a la lucha por la libertad de
Puerto Rico. De esa meta nunca se desvió. Pero la libertad de Puerto Rico la
entendió desde el principio acompañada de la libertad de Cuba y de República
Dominicana. Así se constituye como un todo casi inarticulable su ambición
central de una Confederación de las Antillas que él, más que utopía
inalcanzable, la creía realizable. Sin embargo, su lucha por la libertad de las
Antillas la canalizó a lo largo de su vida por distintas vertientes y con
distintas estrategias. Eso le ha enajenado favores porque la obra de Hostos no
puede definirse con la etiqueta casi única de la independencia obtenida con las
armas.
Esa independencia buscada a través de las
armas se idealiza en Puerto Rico como la única que merece considerarse heroica,
sea la vía factible o posible, o no lo sea. El caso es que Hostos no se limitó
a intentar esa vía. Pero sí intentó buscar la independencia y la libertad con
las armas, y junto a Betances. Antes, cierto es, lo intentó con la lucha
política, pero también armada, en España, a través de una vía indirecta, que él
creyó era la que tenía más posibilidades: la revolución republicana de
provincias españolas federadas. Pero no se llame por eso al Hostos joven como
autonomista o reformista, sin más, que eso es considerarlo colonialista. Y eso
es ofenderlo. Hostos siempre rechazó la “asimilación” de las Antillas con
España.
La vía educativa, la de formar auxiliares
como lo hicieron muchos otros líderes políticos en otros países, incluidos
Mandela y Fidel Castro, también la trabajó durante dos décadas. Pero esa vía
educativa no era una limitada a la paz. Esa vía educativa, cosa que no siempre
se comprende, también incluía las armas. No podía ser de otra manera. Es decir,
que la Escuela Normal tenía un “propósito” que él reveló en público, y frente a
los poderes del Estado, en su discurso de graduación de los primeros maestros
normalistas. Se trataba de educar para, como decía él, formar los auxiliares
para alcanzar su idea de libertad. Recuérdese, además, que Hostos no dejó de incluir
en su Tratado de Moral el deber moral
de usar la fuerza y las armas, nunca para la conquista, pero sí para defender
la libertad.
Hoy, y aquí, acaso sea lo más apropiado
mencionar las vías que intentó instrumentar a su regreso a Puerto Rico, en el
1898, justo en el instante en que las tropas de Estados Unidos invaden el país.
Como ustedes saben Hostos instrumentó, con sede aquí, en su Mayagüez natal, una
vía política jurídica que canalizó en dos vertientes principales: la educación
de los derechos que cobijaban a los puertorriqueños dentro de un régimen
republicano constitucional, y el reclamo del derecho a plebiscito. Puede
afirmarse con certeza que el propio Betances concordaba con esa estrategia. Con
esa finalidad creó la Liga de Patriotas. Ese camino, no lo olvidemos, ha sido
la vía principal utilizada a lo largo del siglo por muchos de nuestros
luchadores más reconocidos, incluido Juan Mari Brás. Entiéndase que no decimos
que ese haya sido el único camino emprendido a lo largo del siglo.
Finalmente acoto lo siguiente: una unión de
trabajadores lucha, en principio, por reivindicar una porción considerable
de nuestros derechos, en tanto personas y en tanto pueblo, y además por
practicar los deberes. Que los que defienden una idea o un principio se
equivoquen o se desvíen por la razón que sea, no invalida ni le resta mérito
alguno a esa idea o a ese principio. Por eso proclamo con voz hostosiana, que con
los trabajadores, ¡siempre!
Marcos Reyes Dávila
¡Albizu seas!
Publicado en 80 GRADOS el 19 de enero de 2019.
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